"Brasil se ha vuelto tan pero tan popular, que Estados Unidos quiere instalar una de sus bases militares en Rio de Janeiro."
Hay algo de cierto en este chiste, basado en un rumor que surgió en las vísperas de la firma de un acuerdo de cooperación militar entre Washington y Brasilia. Porque, pese a las avalanchas y a los comandos armados en las favelas, Rio, además de São Paulo, es la ciudad en la que hay que estar. Razones no faltan: enormes campos petroleros a tiro de piedra, suculentos negocios de energía, Mundial de Fútbol y Juegos Olímpicos ad portas, industria de cine, playas maravillosas, confianza, creatividad, optimismo. Un lugar en que el futuro ha vuelto a ser lo que era: un espacio donde todo será y todos estarán mejor.
Para muchos, el atractivo y presencia cada vez mayor de Brasil en los asuntos globales es una señal del aumento espectacular de su soft power o poder blando: la capacidad de generar liderazgo por admiración e imitación, sin amenazas militares ni incentivos económicos. Algunos analistas indican que, en el caso brasileño, esto no es menor, porque será su principal fuente de poder real hasta mediados de este siglo. Para otros, ya hoy resulta insuficiente. De lo que no hay duda es que -sin desastres a la vista- seguirá aumentando.
Em Brasil: soft power o el aura del gigante feliz
Interessante na medida que distancia o Brasil das análises comuns como a de ser um parceiro preferencial (na política externa) da Venezuela em detrimento dos EUA... Mas, obviamente, contestável em vários pontos.
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