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a.h

Thursday, June 14, 2007

Huida de la prisión inmensa


A Franz Josef Bauer (Taufkirchen, 1901-Dorfen, 1970) se le considera actualmente un escritor poco destacable dentro de la historia de la literatura alemana, etiquetado como autor local bávaro, comprometido con valores de tipo rural y tradicional. Actualmente la mayoría de sus libros sólo se encuentran en anticuarios. En su juventud, Bauer interrumpió sus estudios de teología para ejercer diversos oficios -contable, secretario de un noble-, hasta terminar en 1927 como redactor del diario de Dorfen, la pequeña población de Baviera en la que residiría hasta el final de su vida. En 1930, escribió su primera novela: Achtsiedel, que le valió el galardón de un importante premio literario para jóvenes autores. A partir de entonces, se convirtió en escritor y publicó historias de temática rural que aparecían en grandes tiradas (El camino de la sal, El mercado de los potros). Estalló la Segunda Guerra Mundial y tuvo que ir al frente; estuvo en el Cáucaso, donde entre otras heroicidades escaló el Elbrus, y, finalmente, sobrevivió a la masacre europea. Regresó a Dorfen, se dedicó a escribir (Aventura en el Cáucaso, A la mañana siguiente) y llevó una vida retirada. Voces justicieras lo acusaron de haber militado voluntariamente en el Partido Nacionalsocialista Alemán y de haber confraternizado con los verdugos. Lo cierto es que Bauer se hallaba entre esos autores cuyos libros no quemaron los nazis (en 1944 hasta recibió un nuevo premio por otra novela rural: La niña de Stachet); perteneció a un gran grupo de escritores que no se rebeló -al menos, abiertamente- contra el régimen y colaboró en publicaciones tan ideologizadas como el Volkisches Beobachter o el Krakauer Zeitung, periódico editado en la ocupada Cracovia para difundir la "cultura aria" y "germanizar" Polonia.


En plena guerra fría, Bauer narraba la odisea de un antiguo teniente del Ejército alemán que, condenado en 1945 a 25 años de trabajos forzados en una mina de plomo rusa en el siberiano cabo Dezneva, justo en el remoto estrecho de Bering, logró evadirse y, tras recorrer prácticamente a pie más de 14.000 kilómetros, escapó de la Unión Soviética. Clemens Forell se llama el héroe de Bauer, pero es únicamente el trasunto literario del verdadero protagonista de la aventura: un ex soldado grandullón y buenazo, al que un editor había convencido para que relatara su historia; Bauer amplió una narración que ocupaba apenas un cuadernillo escolar. El verdadero Forell nunca quiso que se revelara su verdadera personalidad: tan amedrentado y deshecho había quedado por los cuatro largos años de reclusión en la mina y los tres más que duró la huida que sólo anhelaba permanecer en el anonimato.
la describe el cautiverio en el interior de la mina: un agujero excavado en el seno de una montaña en el que los presos debían extraer mineral sin descanso, privados constantemente de luz y aire fresco. Forell quiere huir para reunirse con su esposa, una de tantas Penélopes alemanas de guerra, pero pasan los años y poco a poco su ilusión se debilita al comprobar que evadirse no ya de la mina sino de una Siberia casi perpetuamente helada es imposible. Los ánimos y la ayuda de un médico alemán también cautivo animarán a Forell a fugarse de la prisión subterránea, aunque sólo para ir a parar a otra mucho mayor: Siberia entera primero, y toda la Rusia soviética después. El ex convicto vagará a lo largo de tres años por la inhóspita taiga siberiana; durante meses convivirá con pastores de renos que lo inician en los sinsabores de sus costumbres primitivas. Finalmente, se unirá a tres presos políticos rusos, evadidos de las minas de oro de Kolyma y, junto a ellos, se convertirá en buscador de oro, cazador y traficante de pieles.
Si al principio la novela puede parecer algo claustrofóbica, con la historia de los prisioneros encerrados en las minas de plomo, pronto llegan las sorpresas; lo que también podría temerse como la narración de un angustioso viaje plagado de nombres geográficos extraños se transforma en un trepidante relato a lo Jack London; esto es, el lector se encuentra con la aventura en su estado puro: en medio de unas tierras inhóspitas, Forell tendrá que enfrentarse a la crueldad de una vida hecha sólo para caracteres simples y duros, como los hombres con los que se encuentra. También él irá perdiendo la poca humanidad que le queda para aprender a sobrevivir y, al final, incluso mentirá y robará para escapar definitivamente del infierno soviético: un mundo en el que quien osa declararse libre está condenado irremediablemente a dejar de serlo.
Esta estupenda novela es sus-ceptible de diversas lecturas: la más simple será considerarla un libro de aventuras, aunque lo es. Otra lectura más inquisitiva advertirá en ella aspectos menos inocentes, como el de la mitificación del peligro y de la ancestral lucha por la vida, tan celebrada por algunos jóvenes idealistas europeos "antiburgueses" durante las primeras décadas del siglo XX (Ernst Jünger), mitos nacidos al amparo de los relatos del propio Jack London o de Karl May (el autor del que con propiedad puede decirse que fuera "el favorito" de Hitler). A Bauer se le acusó tras la guerra de no haberse pronunciado contra el nazismo, tampoco en sus obras: las hostiles alusiones de su novela al régimen totalitario soviético, a toda una ideología de opresión, podrían entenderse como crítica retroactiva al régimen hitleriano, pero cabe sospechar que en modo alguno fue ésta la intención del autor.

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